PALERMO VUELVE LOGICO LO ILOGICO

"El grupo necesita una persona que le diga las cosas justas en el momento indicado. Eso hace que Basile sea el elegido ahora, aunque en otro momento tal vez no hubiera sido la prioridad", confesó Carlos Bianchi durante aquella famosa charla en la Universidad de Palermo que estuvo a punto de frustrarse por la presencia de periodistas en la sala.
Boca, en palabras de su manager, reconocía entonces que había apostado al DT de espaldas ensanchadas por cinco títulos sobre cinco en el club, pero más que nada a quien le aseguraba un vozarrón fuerte para ordenar los desbarajustes de vestuario entre los históricos, aun cuando –por las características propias del hombre elegido– se ponía en consciente riesgo ese recambio generacional que había empezado a vislumbrarse con la aparición de figuras jóvenes.
¿Lógico? ¿Ilógico?
Fue una apuesta que, como tantas en la ruleta, tuvo suerte esquiva en el comienzo y, como tantas otras en el fútbol, desafiaba lo que parecía más atinado, lo más recomendable.
Hasta que, sobre el paño verde de la Bombonera y en una noche que parecía la menos indicada por quien tenía plantado enfrente, acertó un trío de plenos: azul y amarillo el 5; azul y amarillo el 10, y, por supuesto, azul y amarillo el 9...
Lo cierto es que los históricos Battaglia, Riquelme y Palermo salvaron al hombre que había llegado para recuperarlos y que estaba a punto de entregarse, como había amagado a hacerlo o directamente lo había hecho dos semanas atrás.
Si tiene una lógica esta historia, si tiene una lógica el fútbol, pasa por allí en este caso y termina su recorrido justo cuando llega a Martín Palermo.
Que podría haber hecho un gol normal, pero hizo el que hizo, un cabezazo desde allá lejos, tras el rechazo del arquero que lo encontró a él y no a otro y fue resuelto como de casualidad, pero con evidente intención.
Que podría haberlo hecho en una semana común, pero lo hizo en la misma en la que, otra vez con la camiseta del seleccionado nacional, le convirtió dos tantos del manual del 9 a la inclasificable Ghana.
Que por todo eso junto, justo cuando la selección y con ella el fútbol argentino afrontan la semana más trascendente de su historia reciente, metió su nombre en la discusión por una titularidad que parecía impensada.
¿Lógico? ¿Ilógico?
La desconcertante selección de Maradona no está para esos matices y Martín Palermo hace que no haya demasiadas diferencias entre una calificación y otra.


Por Daniel Arcucci De la Redacción de LA NACION

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